Broken Rules

Hay vestidos que hablan por si solos, y si los escuchas te dicen sus anhelos como cualquier obra pictórica y o fotográfica. El vestido que os presento, es una creación llena de matices.

Como muchos sabréis cada 2 años participo ofreciendo un granito de mí visión por la moda en un desfile en los que se reúnen veteranos, estudiantes, principiantes, amateurs y profesionales. Todos tenemos en común la cuna que nos ha dado la capacidad de crear a través de corte, confección y patronaje.

LLegados a este punto, es más que obvio que cuando este año se me informo del evento, sin pensarlo dije Si quiero. Lo que pocos saben es que incluía ese si quiero. Incluía el reto de volver a coser, de volver a crear algo de raíz, de buscar formas de decirle al mundo como ha cambiado el tiempo, mi forma de pensar y actuar. Pero eso no fue fácil. Partí de la opción de alejarme de todo lo anterior. Nada de volantes, nada de cuero ni polipiel, nada de plumas, nada de romanticismo.

A decir verdad se me pasaron grandes ideas por la cabeza, todas con la idea de unir el mundo nupcial con el mínimo coste posible. Como siempre, empecé a jugar con telas, alfiler por aquí, alfiler por allá, fruncido, pliegues. Pum. Lo tenía. El concepto era  jugar con la idea de jugar con el concepto de 2 piezas.

Despliegue de artillería en acción, en 3, 2, 1, 0.

La ropa siempre ha de ser cómoda. Siempre ha sido un Leiv motiv importante para mí. Siempre fue lo que le decía a un amigo. Ese que hacía maravillas pero nada practicas.

Por eso quería libertad de movimiento e hice que esa falda larga, pudiese quedar corta por delante. Para facilitar la subida o bajada de escalones, pero no renuncie a un poco de cola. Decidí jugar en la liga de la goma elástica, dándole realmente el privilegio de ser mirada y admirada. Nada de esconderla porque parece vulgar.

Tejido para variar de tapicería comprada y rescatada de cuando estudié corsetería.

Ahora mismo podría explicaros la maravilla que resulto para mi todo el proceso, el subidón de adrenalina que te recorre cada partícula de tu cuerpo cuando pones un pie a la alfombra roja para desfilar. Muchos ojos clavados, expectantes, comentarios entre ellos, gente fotografiandote y grabándote, tu gente orgullosa de tu trabajo. Estar durante esos minutos es sentirte como si estuvieras en el Olimpo. Porque no importa nada más, ni tu nombre, ni si eres o dejas de ser, eres  por un instante esa estrella que brilla sola, son esos aplausos dirigidos a ti y a tus compañer@s que han hecho nuevamente posible aquello.  Si debo mencionar que siento  es  Amor a la moda, amor a la costura que no hace nada más que no entender de colores, razas, creencias, estilos. Todos caben sin distinción y eso es Amor en letras grandes en un mundo donde muy a menudo  se olvida que en el fondo todos somos lo mismo seres humanos que podemos convivir y compartir sin necesidad de pisar a los demás.

 

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Os dejo el link para aquellos que quieran vivirlo o revivirlo desde el amor hacía la moda y la creatividad.

 

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